domingo, 26 de noviembre de 2017

Locura y diversión


Déjate de pendejadas y tira 


Maldita seas, quién se llevó mi cuerpo. Sólo siento la cabeza. Qué pasó anoche? Qué dolor. Otra vez esto. No quiero abrir los ojos, es que ni siquiera puedo hacerlo.  Las órdenes que doy no tienen respuesta.  Esta humanidad no responde. Ya va, ahora sí lo está haciendo. Me quiero levantar, debo apagar la tv. Para qué? Detesto esta atmosfera taciturna y detenida en el tiempo. Me marchita. Alonso. Ese sí que sabe hacerme florecer. Qué manera de regar mi jardín aunque ahora tengo este olor a desinfectante incoloro que me repugna. Me transporta a los baños del colegio. Qué asco! Necesito una ducha.
Apenas puedo sostenerme, y creo que el corazón viajo a la cabeza. Por cada paso que doy, mil palpitaciones fuertes en la sien. Tengo miedo. En cualquier momento puede estallar, aunque sería lo mejor. Acabaría con todos estos ratos amargos. Así se resume mi vida en los últimos años. Vaya mierda. Mejor no. La sangre nunca me ha gustado, y la mia debe ser horrorosa. No creo que tenga color ni espesor. Eso también se lo llevo. Qué me dejaste? Existe algo que me haya quedado?
Maldito bicho. Miserable. Se me agotan los adjetivos, como si pudiera ir a la tienda por un poco más de ellos. Necesito formulas. Vomitarte no ha sido suficiente. Tu recuerdo me perturba. En el fondo sé que no quiero olvidarte. Protejo esos bonitos momentos. Todos los días viajo a esos días de verano. Tú, con tu actitud de caballero. Yo, con mi postureo de princesita. Quizás los dos nos engañamos. Una farsa y un elixir. Efímero y eterno.
La ducha, Cristina, la ducha. Déjate de pendejadas y tira. Ya habrá otro como él. Alonso. Qué va! Calla. Sigue. La ducha. Agua y jabón. Sí, para que me resbalen estos pensamientos. No quiero. Sé que no quiero. Para quitarme el mal sabor de anoche. Quién me entiende. Anoche en verdad la pasé bien, hasta que sentí el crujir de “ese” vehículo. Sí, entre comillas.  No pasa desapercibido. Sé que es fanático de la velocidad y el peligro.
Evidentemente no era él pero mi mente es experta en recrearlo, y el vodka que contribuye. Quizás por eso me lie con Alonso. El de turno! Espero al menos no haber confundido la vocal inicial. O si? Por eso me dejó aquí tirada. Cobarde.
Madre mía. Cristina, estás mal, no puedes seguir con estas novelas. No puedes seguir así.  Sigo como me da la gana. Hasta que esta mierda se me pase. Algún día se me tiene que pasar. Cuando eso pase, iré por él, dondequiera que esté y se lo restregaré en la cara. Le diré “mírame, soy feliz. De lo que te perdiste. Púdrete”.
Púdrete. Nunca pensé que una palabra sonara tan bonita: púdrete. Ese eco triunfante me revitaliza. Mis pulmones se ensanchan y siento como el vapor que desprende el agua caliente de la ducha entra por las fosas de mi nariz recordándome que estoy aquí, viva, llena de experiencias por delante, ante un camino de hombres por conquistar. Anoche fue el turno de Alonso. Mañana será el de Pablo, y luego quizás el de un tal Alejandro. No sé si existen o si llegue a conocerles. No importa, me los iré inventando.

Eso hago todos los viernes. Tiene su magia y su diversión. Nunca me quedo sola. Me acompaña el vodka y el televisor.  

viernes, 17 de noviembre de 2017

Una estafa con olor a ilusión



 
Lo divino siempre aparece


Se me acerco con ese tufo a orine macerado, rancio y ácido.
Necesitaba ayuda. Como siempre.
Traía su móvil en la mano.
No es amiga de la tecnología, ni de nadie.
Balbuceó en su español obligado unas cuantas palabras.
El hedor a “miao” almacenado me desconcentró.
No entendí. Semejante error.
Devolví el cuestionamiento, evidentemente.
Las sudamericanas somos brutas. Eso siempre me decía, “pero no es contigo”.
Ella en cambio es de una raza superior, próspera e “independiente”.
Se trata de una gente con al menos cuatro idiomas. Como si el lenguaje los hiciera hombres de bien, y menos vulnerables al error.
Gente que no se va de “tapas y cañas”.
Gente que curra 14 horas al día.
Gente que mantiene y sostiene la economía de España.
Ella podría personificar el “tópico” pero su humanidad eligió otra ruta.
Se decantó por aquello de vivir de la apariencia y alcanzó un doctorado en manipulación, la herramienta perfecta para gestionar sus “chanchullos” y no morir en el intento.
Ciertamente las horas del día no podían tener desperdicio. Bien las invertía en cómo “liarla”; y en cómo sacarle el máximo rendimiento a Google Translate.
Buscar fantasmas era su hobby favorito. Paranoica incluso de su propia sombra, esa que de una manera u otra le susurraba que las cosas que hacía no estaban bien.
Se tenía que montar la película.
Lo hacía con la confianza de que lo único prohibido es matar gente. De resto, todo es válido.
Confianza?
Un valor tan exigido en esta sociedad que espanta y escandaliza.
Como si cada persona y situación estuviera siempre en tela de juicio. Y si la expectativa se sale del molde, tela, se baja de categoría, sin margen a la duda.
Otra vez, se trata de una raza superior. 
Pero vuelvo a mi roommate.
Las pautas de convivencia eran ilógicas e impuestas, y como inquilina:
·         No podía hacer vida matutina en los espacios comunes porque le alteraba el sueño.
·         Lavar la ropa estaba supeditado al ojo % de su criterio en higiene.
·         Su presencia en “casa” era la única forma en la que yo podía estar ahí también. De lo contrario, calle. No tenía llave, me la había quitado.

Y sí, así fue como durante mes y medio me convertí en una especie de homeless, surcando bibliotecas; tratando de usar el tiempo a favor; esperanzada en tener respuesta positiva sobre asuntos migratorios que tenía en marcha y, por supuesto, encontrar un espacio digno donde vivir.
Pero nada de esto pasó.
No tuve respuesta positiva y  tampoco encontré el piso ideal. El mercado inmobiliario en Barcelona es muy heavy.
Aun así, el milagro ocurrió. Pero esto no pasa chasqueando los dedos. Ocurre con firmeza y decisión. Lo demás viene del cielo y se manifiesta a través de los ángeles que están en la tierra.

Lo divino se aparece ante usted para demostrarle el infinito amor que siente hacia usted”

El lunes 13 de noviembre mientras esperaba sentada en las escalara por la llegada de esta mujer, “la loca” -como algunos de mis amigos le bautizaron-, apareció mi vecino, oriundo de Bilbao.
Era la tercera o cuarta vez que me ofrecía entrar a su casa. Por respeto a la intimidad de su hogar, y sin ánimos de contaminarle por mi situación, otra vez me negué.
Me quedé pensando en cómo hacer para salir de ese infierno de manera inmediata; en cómo hacer para rescatar y dejar mis cosas de manera segura mientras conseguía algo dónde hospedarme.
Tic Tac, tic tac, tic tac…El tiempo seguía.  Yo, la escalera, el frío y los pensamientos.
Lo único que sabía era que necesitaba “formas” para respaldarme y recuperar al menos la fianza que había dejado.
El alquiler de pisos/habitaciones en BCN es un asunto de mercado negro. No tenía ley que me amparase.
Así que le toqué el timbre al vecino para formularle unas preguntas, y otra vez me invitó a pasar. Esta vez acepté.
La improvisada visita fue adorable. Él y su esposa (uruguaya) se convirtieron en mi refugio y en mi esperanza. Eran todo lo que necesitaba.
Al día siguiente, a primera hora de la mañana, tal como lo habíamos organizado, mis cosas estaban pasando del 1-2 al 1-1.
La escena con “la loca” no fue una sorpresa: nervios, amenazas, conjeturas, chillidos… más de lo mismo. Era de esperarse. No me importa. Tampoco me importa mucho el que haya perdido quince días de renta y el que no vea claro cómo recuperar la fianza. Una estafa.
Estoy feliz. Salí de ahí.
Hay gente genuinamente buena y bondadosa en la vida, y los tenía muy cerquita.
De los otros dos amigos que he hecho en Barcelona, un venezolano y un catalán, tampoco podía esperar menos. Uno me ayudó con la mudanza y ha sido el catalizador negativo de mis “circunstancias”. El otro me ofreció la habitación que tenía libre en casa y que se estaba planteando alquilar.
Así funciona la vida, haciendo bien, con redes, con palabra, con integridad, y con reciprocidad.
Los aires de superioridad no tienen que ver con nacionalidad. Tienen que ver con gente insolente que solo se mira hasta donde su ombligo se lo permite.
Y sí, puede que me haya topado con algunos de ellos.  Pero no son la mayoría.
La mayoría son como Luis y Ana (los vecinos), como Rodrigo (el sifri-friedman), como Albert (mi actual roommate). La nueva gente que habita en mi corazón y que le dan a la vida este olor a ilusión.




jueves, 12 de octubre de 2017

Valiente sinsentido




Ironía de la Vida

El obstáculo interno es invariablemente único y universal. No filtra por sexo, raza o edad. No avisa, ocurre. Se traduce fácil, miedo.

Miedo a la muerte. Miedo al fracaso. Miedo al rechazo. Miedo al ridículo y al error. Peor aún, miedo a nosotros mismos; a nuestra vulnerabilidad. Miedo a reencontrarnos con nuestro lado más sincero y sublime. Cochina pendejada. Y pasa!

Que levante la mano quien esté libre de pecado?

Yo animo hasta los pies y el score me resulta en contra.

Es un sinsentido, lo sé.

Hace poco tuve una entrevista de trabajo y uno de los aspectos con los que me identifiqué fue con el coraje.

No ando por la vida diciendo que soy valiente pero la junta me pilló con el pecho inflado.

Y material no me falta pero no pretendo hacer de este texto una correspondencia al ego; mucho menos deseo hablar de mis supuestos actos de heroísmo.

Sé que sin excepción, todos enfrentamos duras pruebas- y aunque de igual forma nos pica el esfínter, sé que mi ardor no tiene ni un ápice de comparación con el tuyo.

En fin, las buenas lenguas dicen que somos todo eso que deseamos. Lo perverso es que muchas veces el miedo nos aleja de eso que deseamos. Como si fuéramos la piedra en nuestro propio camino.  

Por qué? Por qué? Por qué?

Una pregunta que me carcomía los sesos y me dejaba un aliento de insecticida, como si el saborear saliva pudiera lubricar tan irónica inquietud. Hasta que opté por quitarle importancia al resultado de lo que estaba obteniendo y se lo dedique a entender la forma en la que suele manifestarse el miedo.

Lo primero a saber es que todo pasa por el cerebro. He aquí algunos aprendizajes:

  • El miedo por default es una reacción natural que se aloja en el cerebro ancestral, también conocido como Reptil. Si vemos un León, lo más lógico es que salgamos corriendo. Es la respuesta natural que tenemos ante ese riesgo de que el felino nos pueda “comer”. Es obvio y hasta aquí estamos bien.
  • El asunto se pone interesante cuando el León es de peluche y el cerebro Límbico le pone formas, colores, movimientos, sonidos, etc. Es decir, esa área de nuestra cabecita se encarga de montarse la película.
  • Y el ciclo se cierra (o continua) cuando todo ello pasa por el Cerebro Neocorteza, que decide cómo exteriorizar todo ese proceso interno que se conduce de una determinada situación.

Juro que en mi caso la cosa va más o menos así:

  • Lo obvio. El ritmo del corazón se altera. Al margen de sentir taquicardia reconozco como las pulsaciones no sólo se concentran en el pecho, toman protagonismo en la actuar de las manos, en las terminaciones de los dedos, como si tuviesen vida propia.
  • Los extremos de la temperatura se yuxtaponen. Internamente siento un sofocón de dimensiones épicas y por fuera el frío es colosal como si hubiese viajado al The wall of the north en The Game of Thrones en pleno invierno.  
  • La mandíbula se contrae y siento como los dientes empiezan a doler, como si de exceso o falta de uso se tratase.
  • El diafragma se comprime y la respiración no circula. Tampoco llega suficiente oxígeno al cerebro. La mente trata de defenderse pero no hay foco y el pensamiento divaga.
  • El estómago. Ahí la cosa se pone interesante. Se acuerdan del mito de las mariposas cuando ven a la media naranja. Qué va? No es ni una cosa ni la otra. Uno, estoy convencida que el verdadero amor no supone miedo, al contrario. Dos, no son las fucking mariposas; es el miedo que está haciendo de las suyas. Es una punzada suave y profunda, con cambios lentos y rápidos (y suena a chinazo).


En fin, vaya movida. Y pasa. Sé que a todos nos pasa. A algunos más, a otros menos. Para algunos se manifiesta de una forma; para otros, ocurre diferente. Y los he visto. Bastante sólo con observar y poner mucha atención.
Aunque da cierto miedito la forma en la que el miedo opera. Todo esto me ayuda, y espero que a uds también, a cuidarme de mí misma.

Ahora intento no buscar la respuesta. Ahora experimento la pregunta, y viajo con la certeza de que algún día, quizás no muy lejano, viviré para contar de qué va todo este deseo, y qué más he aprendido sobre el miedo. Porque si hay algo de lo que estoy segura, es que todo proceso si bien sacude y da palo, al final resulta ser lo más enriquecedor de la vida.

Everything is about Test and Trust.


P.D: La foto es de hace unos cuatro años atrás








domingo, 17 de septiembre de 2017

¿Ligar o hacer amigos? Escribir y descubrir








Un día tuve la brillante idea de meterme en una de estas aplicaciones para conocer gente y hacer amigos, aunque por unanimidad todo el mundo piense que lo hice para ligar. Sobre ese tema no pretendo apelar a la defensa y mucho menos discutir.

Y es que sobre los dos primeros asuntos tengo dominio. Sobre lo de ligar, tengo mis dudas.
No sé si es un concepto que está directamente relacionado a ir por el "amigo follón" y satisfacer el "bajo instinto", o si la idea es conseguir pareja de verdad, de esa con la que compartes, viajas, le hablas chiquito, etc.

Fuera de que tenía un año y medio sin regar el jardín y por otro lado no debería extrañar lo que nunca he tenido, el tema de "Ligar" no suponía un problema y tampoco lo fue. Sé decir que no, si no quiero, y las hormonas luego de los 30 no suelen sabotear la partida.

En términos muy pragmáticos, sabía cuál era mi intención al meterme en Happn, y lo digo con orgullo. Comenzar una nueva vida en un nuevo país, una nueva ciudad, Madrid, suponía un reto personal y a la vez una nueva oportunidad para superarme.

El haber vivido para ese entonces en 4 países diferentes me ha enseñado que la única cosa letal es la soledad. El no tener con quien hablar; con quien compartir. Es duro. La vida del expatriado es muy dura. Durante los primeros tres meses el mood  es de turista. Todo es nuevo, hay muchos sitios por conocer, mucha gente abierta para hacer planes. Y después, cada quien a lo suyo. El entusiasmo de entrada se diluye. Y eso duele!

En fin, estaba dispuesta a probar nuevos recursos y me metí a Happn. Una aplicación que compatibiliza gente que se cruza en el camino.
Mi tránsito por la red duró no mucho más que una semana. Y durante esos días corroboré que sí que es cierto que hay una relación directamente proporcional entre estar en la “vitrina online” y el hecho de ligar, entendido como asunto de buscar sexo.

A las primeras de cambio mis earlier followers  descosieron su intención. Cosa que agradezco porque si hay algo que valoro es la conversación genuina y transparente. Además,  qué otra cosa podía esperar? La mojigatería no es asunto del siglo 21, y dicen que al cuerpo hay que darle lo que pide.

Lo que yo pedía era amistad, lo demás en todo caso vendría por añadidura. Y lo logré. Coseché tres hermosas amistades que si bien tuvieron su momento de gloria face to face, hoy por hoy se mantienen ahí aunque nos separa la pantalla y el teclado.

El alemán, 41, me enseña (aunque llevo la materia en reparación) de la magia del tiempo, del poder de concentración, y del cuidado por el detalle. Madre mía, que habilidad para reducir el desperdicio. Eso es un arte.  

Javi, 32, never stop exploring, oportuno como él solo. Parece mi hermano menor.Me manda a descansar, a desconectar, y aunque intuyo que no tiene ni idea de lo coqueta que puedo ser, hasta me mandó a la peluquería. 
 
Bencho, 40. Se ha convertido en mi psicólogo personal. Sabe de mis circunstancias actuales y del nuevo proceso de readaptación que llevo. Durante nuestra última conversación disparó:
"Lo mejor de todo es no anhelar nada. No tener ideas prefijadas, o expectativas concretas. Ir descubriendo (...)”. 

A ver. Un momentico. Sí, quiero descubrir, pero también anhelo.
Anhelo fundamentalmente estar estable y no tener que preocuparme por asuntos legales.
Anhelo ser una mejor versión de mi misma. Hoy me encuentro desagradable. Me he pillado con el carácter sensible, irritado e insolente. Ya alguien pagó por ello, y es algo que todavía lamento. 

No estoy exenta de cometer errores. Los seguiré cometiendo e iré aprendiendo de ellos. Happn no lo fue. Al contrario, la plataforma me ha dejado un bonito sabor de la amistad online.
Aunque el fin no es el mismo, hoy pruebo con esto de escribir. Me gusta; me ayuda a relajarme y me hace sentir.
Sigo descubriendo…